Esta expresión siempre me despierta recelo. Tengo entendido, en el tiempo que llevo ejerciendo de nutricionista, que, en la mayoría de estos casos, el “yo sé lo que tengo que hacer” no es sinónimo de comer saludable. Aquí toca desaprender para volver a aprender. Suele ser gente que escucha con mucha atención lo que dice su vecina, que no es nutricionista, pero ha leído muchas revistas de cocina. También lo que le dice su cuñado, que no es nutricionista, pero ve mucho la tele. Y podría seguir, porque intrusismo hay en todos lados, pero nutrición se lleva la medalla. Y en estos casos, el esfuerzo es el doble, porque toca eliminar mitos para instaurar realidades. Y en esto no solo influye mi trabajo, sino también lo abiertos que estén los pacientes a escuchar lo que dice una nutricionista porque, tristemente, a veces ni esto es suficiente.
Son pacientes que todavía creen que comer fruta por la noche engorda o que siguen tomando rigurosamente su copa de vino al día porque es bueno para el corazón. Tampoco entienden por qué les pones frutos secos o aguacate en el menú, porque esos alimentos engordan. Otros de los más sonados son que el desayuno es la comida más importante del día o que hay que hacer obligatoriamente 5 comidas diarias. Y no hablemos de lo malo que son los huevos y el plátano. Irónicamente, estos mismos pacientes se preocupan de la fruta por la noche, pero no de las dos cucharadas de azúcar que se echan al café. Se preocupan del azúcar que tiene el plátano o del colesterol que tiene la yema del huevo, pero no de la coca cola light que se toman con la comida. Los tiempos han cambiado y, con ayuda de la ciencia, puede afirmarse que cosas que se decían antaño ya no son ciertas. No es verdad todo lo que se lee. En tus manos está, ¿quieres escuchar a tu vecina y a tu cuñado o a un nutricionista?
